domingo, 10 de junio de 2012

Guzmán de Alfarache (resumen I - 1)

El padre de Guzmán fue un genovés que fue cautivo de unos moros en Argel, lugar donde se casó con la dueña de una hacienda. Se endeudó hasta las cejas y, bajo la promesa de un amigo de librarle de las deudas, vende la hacienda de su mujer y la abandona. Vuelve a su país y hace penitencia por sus pecados, y luego viaja a Sevilla. Allí, consigue algo de dinero y, en un bautizo donde es el padrino, conocerá a la que será la madre de Guzmán (era la madrina). Para conquistarla, pide ayuda a una alcahueta. Resulta que la madre ya está casada con otro hombre, sin embargo, se las ingenia para acostarse con el padre (finge dolores fuertes de barriga para tener la excusa de pasar la noche en su casa) y se convierten en amantes. El marido muere cuando Guzmán ya tiene cuatro años (él sabía quién era su verdadero padre, aunque quería a los dos) y, entonces, por fin sus padres pueden unir. Al cumplir Guzmán doce años, fallece su padre, lo cual les acarrea una serie de problemas económicos que le llevan a la decisión de salir de la ciudad. 

Su primera noche la pasa en la calle, luego acude a una venta donde le dan unos huevos que tienen muy mala pinta, sin embargo se los come (justificando el aspecto de estos en que era una época muy pobre) y los acaba vomitando. Más tarde, un arriero le explica que es que dos soldados habían acudido a la venta y la ventera intentó engañarles dándoles esos huevos, y ellos en venganza la apalearon y, posteriormente, decidieron darle esos huevos a Guzmán, para fastidiar. [discurso sobre la venganza]

En otra posada a la que va con el arriero, nace un muleto, animal que estaba prohibido en Andalucía. El mesonero lo mata y lo sirve como comida sin que Guzmán y su compañero se enteren, y ellos, inocentes, se lo comen -con ciertas sospechas porque el mesonero se ríe mucho e intenta disimular dando un discurso para defenderse de las acusaciones que no se han llegado a pronunciar-. Al día siguiente, como el arriero ha pagado la cuenta, Guzmán decide agradecérselo dándole de comer a su jumento, y por el camino pierde la capa. Mientras la busca, encuentra el cadáver del muleto, descubriendo el engaño del mesonero. El arriero y él empiezan a discutir porque Guzmán le acusa de haberle robado la capa, y arman tanto follón que llegan los alguaciles. Estos acaban deteniendo, en vez de a los alborotadores, al mesonero, por lo del muleto. Y los otros dos se van de allí. 

Siguiendo su camino, encuentran a dos caballeros que buscaban a un ladrón, al que confunden con Guzmán. Son arrestados y les dan palizas, hasta que se dan cuenta de su error porque a Guzmán, a diferencia del ladrón al que buscaban, no le falta ningún dedo (y en ello se fijaron porque Guzmán no llevaba capa que le cubriese). Así que les dejan ir.

Encuentran a dos clérigos que les cuentan la historia de Daraja y Ozmín y, al llegar a Cazalla, se separan.

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