La diferencia entre las actividades y las realizaciones está en si hay o
no hay final. Así, en el contenido semántico del propio verbo de
actividad no hay nada que denote que ese verbo tenga un final. Si
comparamos el verbo nadar (actividad) con el verbo construir (realización) podemos ver que no hay ningún problema en que te pases nadando toda la vida (gramaticalmente hablando), pero construir
requiere necesariamente que en algún momento se acabe la acción. Sobre
todo en el momento en el que le añadimos un complemento directo (construir una casa),
pues cuando la casa esté construida ya no hay nada más que hacer ahí.
Este carácter de limitación o no que tienen los verbos permite que se
conjuguen o bien con 'durante x tiempo', si no tienen final, o bien con
'en x tiempo', si sí lo tienen. No se puede decir *nadó en media hora, pero sí nadó durante media hora. Y no se puede decir *construyó la casa durante un mes, pero sí construyó la casa en un mes.
Pero claro, la adhesión de un complemento directo puede convertir un
verbo que en principio es una actividad en una realización. Nadar cien metros ya tiene un final. En cuanto hayas recorrido los cien metros, se acabó. Comer es, en principio, una actividad (y comió durante días y días sin cansarse...), pero comer una manzana se convierte en una realización (no se puede, o suena raro, decir *se comió una manzana durante horas, porque las manzanas no son eternas). Así que la oración se la comió en diez minutos implica que se come algo que se acaba. Una manzana o una tarta. Pero en se la comió durante diez minutos...
ah, ahí, a pesar del complemento directo (no explícito, pero creo que
sobreentendido) sigue siendo una actividad. Porque aquello que se come
no se acaba, por mucho que comas.
Y esta, queridos amigos, es la diferencia gramatical entre comer pollas y comer manzanas.
Buenas. Me surgió una duda, ¿cómo podemos diferenciar entre una actividad durativa y una realización durativa?
ResponderEliminar(Buen artículo, por cierto).